Jirones XI. 1959-60 Primer curso en el Instituto Laboral – 2da parte

Autor: FEDE GARCÍA 29 de Agosto 2014

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… Vuelvo de modo insistente a encontrar en los baúles perdidos del tiempo aquellos cuadernos – no desechables, parecen como si estuvieran vivos –que como una especie de fósiles de papel han perdurado, a pesar del tiempo, los inconvenientes, los accidentes de todos los días, para quizá, recordar a Fede “el Rubiajo”, muchas lunas después, que nada sucede ni se hace en balde… La repetición por escrito; ¡TREINTA VECES! de unos pequeños deberes, nunca fue por parte de la Profa de Geografía de primer curso una amenaza gratuita. Se repetían una y otra vez y en paz, hasta que, Fede, y otros compas de curso, con la prueba diaria en mano de haber cumplido la exigencia educativa, podíamos justificar que el encargo había sido cumplido literalmente, hasta conseguir que la ansiada B, de Bién, en rojo liberador, amnistiaba al alumno número 24, y también a los demás, de tan especial penitencia.

El sistema de aprendizaje por clonación de deberes, era y, quizá siga siendo en parte, el sustrato de la enseñanza pública y privada, o también, concertada, en todos los niveles. Jamás se me olvidarán las Regiones de la España Imperial y sus provincias, que incluían por cierto, una Región hoy fagotizada por ORDEN del Ministerio de Educación del momento, que era LEON: León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia… Hoy provincias incluidas en la más amplia: CASTILLA LA VIEJA, porque ¡claro! que Castilla la Vieja, solo estuviera formada administrativamente, por Santander, Burgos, Logroño, Soria, Ávila y Segovia, les parecería poca cosa a las lumbreras del Régimen , para tratar de justificar que el germen de la España profunda, la de una Unidad de Destino en lo Universal, debiera de ser una raíz con rotundos y más amplios horizontes en lo geográfico, que en su real historia natural.

Esa asignatura: Geografía e Historia, tenía sus partes buenas, para las filas de cogotes más o menos limpios, que teníamos por delante, por que, jamás permitieron que esos niños, todavía de pantalón corto, asistiéramos a clase y participásemos  en ella de otro modo que no fuera el de perfecto orden de filas de pupitres alineados casi a cuerda: El alumno A, solo podía ver la cara oculta del que tenía en frente, sin poder determinar si era un compa, o era su sombra. Las partes malas, eran las pruebas orales que había que satisfacer recitando de memoria, los ríos del cuero ibérico y también los accidentes geográficos varios. Por ejemplo: El rio Duero: Nace en los Picos de Urbión, provincia de Soria, recorre las provincias de Soria, Burgos, Valladolid y Zamora,  traspasa la frontera con Portugal, y desemboca en Oporto, siendo navegable unos kilómetros. Sus principales afluentes son: el Esla, Pisuerga. Tormes y Eresma… y, así todos los demás principales y algunos secundarios, como el Sil, el Júcar, el Llobregat y demás. No se me ha olvidado. Era un sistema de letanía recitada, que ha dejado huella indeleble a través del tiempo, y un poco también de poso fijo en la personalidad de unos niños educados en la dureza de un sistema espartano, muy poco dado a socializar el conocimiento y a compartir en pie de igualdad lo que nos es común…

Para verse las caras, unos a otros, había que esperar al cambio de turno del Profe o Profa, en función del horario y de la asignatura, para relajarse el tiempo justo hasta que, sin permiso, entraran por la puerta tras recibir el parte y la consigna del Profe o Profa saliente.

La tregua duraba muy poco, un par de minutos, o quizá cinco, hasta que la entrada del Profe de Turno acallaba los intentos naturales de mantener la algarabía a cualquier precio de unos guajes, que solo pensábamos en que sonara el timbre para salir casi de estampida al patio. Patio, que era la trasera del Instituto. Todo él de tierra batida, y con un muro de contención de los de carga y con barandilla en algunos tramos, que servía de linde con la carretera que se llamada, o se sigue llamando: la Cuesta de la Estación.

Sobre ese muro corrido, de obra buena parte de los menores, nos sentábamos a tomar el Sol, o a jugar a las Bolas, o al Burro, o al fútbol, mientras los alumnos de los cursos siguientes nos trataban de embaucar con ciertas bromas pesadas y menos pesadas, para nuestro disgusto y malestar,celebrando  sus machadas, como si fueran triunfos a anotar en el haber de su sus egos insaciables, pero que desaparecían como por arte de encantamiento al oír todo el mundo el timbre o la sirena de Fin de Recreo.

Los chismes habituales volaban por ser – información privilegiada – en manos de bocas agresoras y casi crueles, en ocasiones. Daba igual que afectara a tal o cual compa. Daba igual que Radio Macuto, extendiera un bulo o una información interesada – que no tenía por qué importar a nadie -y que afectaba, incluso, a los Profes y Profas y, también a cualquiera que fuera objeto de su interés. Naturalmente, en caso de conflicto el pacto de silencio no escrito obligaba a toda la comunidad por igual, fueras mayor o menor: El Chivato, El Acusica, de toda la vida, fuese quien fuere, quedaba marcado no solo por curso, sino también, hasta el final del Bachiller, sin arreglo posible en el horizonte…

Los de más edad, se ocultaban en los servicios – solo hombres – para largarse unos Chéster Fields, Rubios naturalmente, que se compraban por unidades en el Kiosco de novelas, prensa y caramelos de la esquina. Los compraban a escote limpio, y se lo fumaban a toda velocidad, por riguroso turno y con control de duración y profundidad de las chupadas ajenas,porque el control del Bedel del Insti, era innegociable, salvo – por supuesto – que se le ofreciera en prenda por su silencio, un par de Rubios, porque de Cuarterón no quería. Era picadillo y además negro. Además tendría que montarlos al estilo de siempre: con una sola mano y zurcirlos, previo lenguetazo al papelín de fumar del Librillo-Palmera que se compraba en el Kiosco de la esquina, casi por unidad.

Fede “El Rubiajo había cumplido ya los diez años, y todavía no tenía derecho a vestir pantalón largo. Seguía con pantalones cortos, salvo en el Invierno, cuando las nieves y el frío medieval oxidaba las calles sin contemplaciones. Los pantalones Largos quedaban para los de trece o catorce años. Era una especie de símbolo de cambio de estado mental y físico irrebatible que la naturaleza imponía con rigor, sin prisas, pero sin excusas, ni pausas.

Los fríos eran parte fija del telón. De Noviembre a finales de Marzo de cada año, incluso también Abril, de cada curso tocaba entrar por la Puerta Principal del Instituto a guarecerse en el gran pasillo central con ventanales vestidos de vahos casi permanentes y helados, que impedían ver la calle vestida de blanco-persil y de varias cuartas de altura, era algo natural. Nadie o casi nadie, alegó haber llegado tarde a clase por la nieve o por cualquier otro incidente meteorológico. Cualquier otra excusa justificada o no, podía servir. El tiempo estaba exento como argumento…En cualquier caso, un antiguo Reloj de Pared, de madera oscura, con manecillas horarias y minutarias, presidía el gran pasillo central de acogida y reparto, que vigilaba la puntualidad de todos de modo impune y preciso, hasta el día siguiente,,,

A los compas de ocasión de Primer Curso apenas los recuerdo. La mayoría se hicieron adultos sin darse cuenta, todos ellos y, como no, también, Fede “El Rubiajo”. Algunos hicieron sus vía crucis en las minas de la MSP. Otros, habrán seguido otros caminos, pero entre ellos, sí recuerdo a Robustiano García, que era de Babia, de Pidrafita, creo. Quería ser Maestro. Recuerdo, también a Ismael Fernández – en un futuro lejano e incierto, creo que llegó a ser Alcalde de Ponferrada… – A los demás, solo algunas caras ya sin nombre o sobrenombre, o mote impuesto por orden de la malicia o de cualquier travesura improvisada…

De nuevo las Mates, eran una especie de asignatura privilegiada en  las manos de Fede. Las demostraciones y las justificaciones de las soluciones de los problemas simples  de  aritmética básica, que El Sr. Maestro en excedencia forzosa Don Elio, seguía insistiendo sin cansarse – mano a mano en la clase extra-escolar de 15 pesetas a la semana – que los problemas, incluso los irresolubles tenían que tener solución.

Problemas del estilo de ¿Cuántos viajes y en cuanto tiempo, debe de hacer una mula, con serones llenos de carbón, en una ocasión de Hulla y en otro de Antracita, de Villager a Villablino, si en cada serón caben 100 Kilos, la distancia es de 4 kilómetros, para transportar 4.000 kilos de carbón, y en cada viaje de ida y vuelta emplea 1 hora de Ida y otra hora de Vuelta, sabiendo que la Mula cargada, de desplaza a 2 kilómetros a la hora…? Varias preguntas en un solo envoltorio, sin aclarar, cual había que resolver primero… por supuesto.

Siempre nos parecía que estos problemas, aparte de un trabalenguas, eran producto de una situación inexplicable, porque el carbón, estaba muy claro, que se transportaba en grandes vagones de hierro con la máquina del Tren de toda la vida, por toneladas y muchas veces al día, entre chirridos, traqueteos característicos, y la humareda gris-blanca que indicaba a ojo de mal cubero, por donde circulaba el tren en cada momento.

¿Por qué tenía de ser una Mula, la que transportara el carbón…? Pero, era verdad. Por lo menos a los mineros de la MSP, cada dos o tres meses, les pagaban en especie, con un ¿CORTE…? de carbón, quizá uno o dos quintales, que el carbonero de Villablino, transportaba, previo pago de tres o cinco duros, en un carro cuadrado de laterales cortos, con ruedas de camión, que siempre estaba impregnado de la brea negra que se desprendía del carbón. Lo descargaba pala en mano, a la puerta del portal que correspondiera, previa entrega del Vale de la MSP.

Correspondía a Fede y sus hermanas. Isa, Luli y Monchi, y a Pedrosa “El Barrenista”, subirlos a mano en cubos de zinc hasta la carbonera de la cocina, dejando firmado un rastro de  pisadas en las escaleras comunes, que habían de ser dejadas, más adelante, en perfecto estado de revista  una vez, recogido todo el carbón.

Esos problemas de mates, resueltos casi siempre con paciencia, incluida la demostración oportuna, iban dando cuerpo a unas prácticas ya impresas por Don Elio en la mentalidad de un niño de diez años, y que envueltas en un poco de interés, algo de tenacidad, más unos gramos de curiosidad natural lograron en parte, que en las primeras notas de Fin de Curso de Fede “El Rubiajo”, constara un único SOBRESALIENTE, para gran satisfacción de mi profe adicional, según el Certificado de Notas, firmadas por la Directora del Insti: Doña Maria Luisa Gómez el 1 de Junio de 1960, previo pago de NUEVE pesetas en concepto de Tasas abonadas en sellos del papel de pagos al estado, el 31 de Mayo del mismo año,  firmada por la secretaria del Instituto Laboral Obispo Arguelles de Villablino-Laciana, Dona Caridad A. Rabanal.

Autor:
Fede Garcia. 29 de Agosto2014.

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