
En un concurrido verano en casa de mi madre en Villaverde de Omaña (León), mi mujer Mari Paz aseguró que su familia descendía del rey Sancho Abarca y del Cid. La rechifla de los García de la Calzada y asimilados, en la que yo mismo participé de forma inmisericorde, fue descomunal. Lejos de amilanarse ante nuestra incredulidad, soltó con mucho aplomo que también Miguel Servet estaba entre sus antepasados, lo que exaltó aún más nuestros reparos pueblerinos. Con el tiempo he tenido noticia sobre el asunto por otros miembros de su familia, que también me han hablado de árboles genealógicos, de apellidos sonoros y antepasados ilustres. Algo de verdad había en lo que nos contó mi mujer, que unicamente repetía lo que había visto y oído en su casa y en las reuniones familiares. Sirva este trabajo para pedir disculpas por lo garrulos que fuimos aquel grupo de gente sin linaje alguno.
Por la familia paterna de mi mujer, principalmente su tía Maruja Sánchez Servet y sus primas Vicky y Ana Carmen auténticas entusiastas de la historia familiar, fui conociendo a través de fotografías y pinturas, escudos nobiliarios, árboles genealógicos, confidencias y anécdotas familiares, detalles de lo que mi mujer nos había contado, aunque siempre mantuve una cierta reserva cazurra al puro estilo leonés. Cuando a través de los vericuetos familiares conocí a Luis Fontes Servet Magenniss y volví a oír hablar de Miguel Servet y de su relación con los Servet afincados en Murcia, no tuve más remedio que pararme y poner algo más de atención en todo lo escuchado.
He escrito algo sobre Miguel Servet (ver Miguel Servet) y también de los Servet de Murcia (ver Los Servet) por separado, pero una vez conocida la conexión que establece Luis Fontes Servet entre ambas familias me ha parecido interesante unir las dos historias. Y lo he hecho mediante un montaje de vídeo bastante rudimentario que espero sea más ágil y entretenido que mis plomizos textos.
Vídeo sobre Miguel Servet y los Servet murcianos
Por si una vez vistas las imágenes alguien estuviera interesado en el texto, se incluye a continuación.
TEXTO DEL VIDEO
Parte 1. Los motivos.
El padre de mi mujer, Federico Sánchez Servet, y sus cinco hermanos fueron los últimos Servet de la rama familiar que se inició hacia 1890 con Ana Servet Marín, hija de Federico Servet Brugarolas y María Marín Gilabert. Estos dos últimos fueron bisabuelos de mi mujer.
En alguna ocasión mi mujer María Paz comentaba que en su familia hubo antepasados notables como Sancho Abarca y Miguel Servet. También su tía Maruja y sus primas Ana Carmen y Viki contaban cosas parecidas.
No me creí lo de Sancho Abarca y rechacé lo de Miguel Servet argumentando que no podían ser descendientes de un fraile, porque de mis lecturas infantiles yo conservaba la imagen de que Servet fue un clérigo estudioso de la Biblia que mantuvo discusiones teológicas con el protestante Calvino.
Creí prudente olvidar los comentarios de mi mujer sobre sus antepasados hasta que contacté con Luis Fontes Servet Magenniss (Padre Jesuita y biznieto de Sebastián Servet Brugarolas, además de primo cuarto de mi mujer), que asegura en su escrito “El hombre que descubrió quién era a los 50 años”, que Miguel Servet fue antepasado de los Servet murcianos.
Luis Fontes me envió varias cartas con fotografías de su época, llenas de anotaciones en las que se refiere cariñosamente a la abuela de mi mujer y a su hermana como tías Anita y Marita.
Me sorprendió que una persona de otra rama familiar de los Servet murcianos, que parecía bien informada y que sin haber tenido relación durante más de tres generaciones con la familia de mi mujer, contaba las mismas historias sobre antepasados ilustres.
Me pareció motivo suficiente para no seguir desconfiando de los comentarios de mi mujer sobre sus antepasados y decidí informarme sobre Miguel Servet para añadirle a la galería de personajes relacionados con su familia.
Parte 2. La azarosa vida de Miguel Servet.
Miguel Servet nació en 1511 en Villanueva de Sijena (Huesca) de Antón Serveto, notario, y de Catalina Conesa.
Fue un estudiante aventajado y dominó el latín, griego y hebreo. Estudió Derecho en Francia y viajó por diversas ciudades del centro de Europa en plena efervescencia de la Reforma Luterana.
Estudia la Biblia con sentido crítico y no encuentra justificación a los complejos dogmas que la Iglesia ha introducido en la Religión.
Con veinte años publica la obra De Trinitatis Erroribus, donde afirma que el dogma de la Trinidad no tiene base bíblica, que es una invención. De buena fe envía una copia al obispo de Zaragoza, que pide a la Inquisición que intervenga. Esto le obliga a adoptar el nombre de Michel de Villeneuve.
Intercambia cartas con Calvino para convencerle de que rechace el dogma de la Trinidad. Calvino, con su mentalidad intransigente, consideró que las ideas de Miguel Servet eran heréticas y conservó sus cartas que más tarde utilizaría contra él.
Entretanto, Miguel Servet estudia Medicina en la universidad de París. Fue profesor de Medicina, Matemáticas, y Astrología. Enfrentado con la comunidad universitaria, tiene que abandonar la ciudad.
Tras varios años de preparación y antes de publicarla, en 1564 Miguel Servet envía a Calvino su obra principal, Christianismi Restitutio, para que la revise y le haga los comentarios pertinentes. En vez de corregir el texto de Servet, Calvino le envía su obra Institutio Christianae Religionis, para que lo lea y comprenda lo equivocado de sus ideas.
Miguel Servet estudia detenidamente lo que Calvino dice en su libro, llenando los márgenes con anotaciones muy críticas sobre lo que consideraba errores del reformista y le devuelve el libro. Calvino, contrariado e intransigente como era, le contesta que sí aparece por Ginebra, no saldrá con vida.
En 1553 Servet publica su libro bajo seudónimo, pero alguien revela que el autor es Miguel Servet y que se oculta bajo la identidad de Michel de Villeneuve.
Calvino envía las cartas de Miguel Servet a la Inquisición de Lyon, que le detiene. Consigue escaparse pero es sentenciado a muerte, in absentia, y su efigie es quemada públicamente.
Miguel Servet decide viajar a Italia, donde cree que sus ideas serán mejor acogidas. Al pasar por Ginebra asiste a un sermón de Calvino, siendo reconocido y detenido.
Tal como Calvino había amenazado años antes, es juzgado y condenado a ser quemado en la hoguera junto a sus libros.
Afirma Luis Fontes, que “fue quemado en la hoguera, a fuego lento, con una copia de su libro ‘Christianisme Restitutio’ atado a su pierna derecha. Su último grito fue, ‘Jesucristo, Hijo del Padre Eterno, ten piedad de mí’“.
Trágico final a los cuarenta y dos años por su carácter librepensador y no valorar en su justa medida las consecuencias de hacer públicas sus ideas, en aquella situación de intransigencia religiosa extrema.
A pesar de su controversia teológica con Calvino, Miguel Servet es más conocido por haber descrito la circulación pulmonar de la sangre en su obra Christianismi Restitutio, para apoyar sus razonamientos teológicos y no por su interés científico.
Si, como aseguran mi mujer y Luis Fontes Servet, Miguel Servet fue uno de sus antepasados, está fuera de toda duda que fue el más notable de todos.
Parte 3. Conexión con Miguel Servet.
Tras la espantosa muerte de Miguel Servet, Luis Fontes dice que ”podemos entender que para borrar el apellido infame que estaba en la lista de la Inquisición, su familia lo cambiara por Revés que era el apodo familiar”.
Afirma Luis Fontes que “una rama de la familia que antes de este suceso había emigrado a Castelltersol, provincia de Barcelona, buscando trabajo en la industria textil, siguió usando el apellido Servet”.
Hacia 1700 estos parientes y sus descendientes establecieron una red de compraventa de telas a lo largo de toda la Península. El transporte de las mercancías con carros tirados por mulas, exigía almacenes y puestos de descanso por toda la Península. Esta infraestructura les proporcionó grandes ingresos porque eran los únicos capaces de proveer alojamiento y comida a las tropas españolas en la guerra de la independencia de 1812 y en las Guerras Carlistas entre 1833 y 1875.”
Los Servet llegan a Murcia hacía 1810 procedentes de Castellterçol. Abren una tienda de tejidos que también venden en ferias y mercadillos. Con los beneficios del comercio de paños, a partir de 1820 adquieren tierras procedentes de la desvinculación y la desamortización.
En 1840 entran en las explotaciones mineras de Cartagena y Mazarrón, disponiendo de una flotilla de barcos para transportar el mineral. Compran acciones de empresas mineras y fundiciones a muy bajo precio que, al revalorizarse, supuso un importante incremento de la fortuna familiar. Eran comerciantes, negociantes, y banqueros que también actuaban como prestamistas.
Una saga familiar que mantuvo durante tres generaciones el nombre de Sebastián para los primogénitos. Sebastián Servet primero, llegó de Cataluña casado con María Asunción Gibert. Fueron padres de Sebastián Servet Gibert segundo, que casó con Catalina Brugarolas Ravello.
Sebastián segundo y Catalina tuvieron al menos cuatro hijos: Sebastián tercero, Víctor, Federico y José María.
En 1871 la fortuna de Sebastián tercero se estimaba en 2.259.000 reales. Fue copropietario de la empresa Lebón, suministradora de gas para el alumbrado de Murcia.
Espectacular su Villa San Sebastián, también conocida como Casa del Reloj, en San Pedro del Pinatar, por la que pasaron personajes notables como Gregorio Marañón. El 25 de mayo de 1899 murió en Villa San Sebastián Emilio Castelar, gran orador y presidente de la Primera República Española entre 1873 y 1874.
El entronque con los Sánchez y Vidal Abarca (de Alhama de Murcia), tiene lugar con Ana Servet Marín, hija de Federico Servet Brugarolas y María Marín Gilabert. Cuando su padre murió, Ana y su hermana María quedaron bajo la tutela de su tío José María. Vivieron como señoritas de buena familia, con buenos colegios, estudios de música y frecuentes viajes al extranjero.
Ana Servet Marín se casó en Los Jerónimos con el oficial Modesto Sánchez Llorens, con asistencia de notables como el Conde de la Conquista y Ricardo Spottorno, además de empresarios y gente notable de Murcia.
Los seis hijos de Ana fueron Servet de segundo apellido, pero en sus nietos ya no quedaba rastro de tan ilustre apellido. Así de efímera es la vida de los apellidos transmitidos por vía materna.
Del gran mundo de los Servet murcianos, no han sido partícipes los Sánchez que yo he conocido. Todos han tenido que ganar el pan con el sudor de su frente, fichando a diario e hipotecándose, a pesar de que sus antepasados de hace menos de cien años fueron banqueros.
Sic transit gloria mundi, decían los clásicos recordando lo efímero de la gloria.
Junio 2020