Los negocios del alma (la obsesión de Lucas de la Calzada)

El juicio de un alma. Óleo de Mateo Cerezo. Museo del Prado (1).

Mi abuelo Emilio de la Calzada murió como vivió. Murió en 1964 en la iglesia de Vegarienza al poco de comulgar. Era de convicciones religiosas muy profundas que probablemente influyeron en su mujer, Honorina, y que ambos transmitieron a sus hijos. Mi abuela Honorina concebía la vida como el valle de lágrimas que a fuerza de sacrificio y oraciones la conducirían un día a un Juicio Final exitoso. Con una apariencia física endeble, trabajaba sin descanso de sol a sol tanto en casa como en el campo y aceptaba las dificultades y desgracias con frases tajantes como “Todo sea por Dios y nada más” o avisaba de su aceptación de la dureza del tránsito terrenal suplicando “Que Dios nos mande lo que podamos soportar“. No creo que se pueda sintetizar más acertadamente su concepto vital de que el trabajo y sacrificio, junto con la oración, eran el camino que la conducirían a la salvación eterna (ver Mi abuela Honorina).

Yo conviví mucho con mi abuelo Emilio hasta el punto que fui su acompañante como lazarillo que iba delante de las vacas cuando araba las tierras o ayudante-aprendiz en todo tipo de tareas en el campo. Él me enseñó a ayudar a misa y me introdujo como monaguillo de don Abundio y yo sabía que la oración jugaba un papel importante en su vida pues el tiempo que viví con los abuelos en Vegarienza, tendría siete u ocho años, dormía en su habitación en la misma cama que mi abuelo y no había día que al primer rayo de luz que entraba por el balcón no dedicáramos un rato a la oración (ver Mi vida con los abuelos) y el día nunca terminaba sin el correspondiente Rosario. Si el mediodía nos cogía arando, el abuelo detenía las vacas y, despojándose respetuosamente de la boina, rezaba el Ángelus. El resto del día lo dedicaba a trabajar y a preparar los aperos necesarios para el trabajo del día siguiente. Un hombre recto y muy trabajador que hacía tres breves paréntesis cada día para atender a sus convicciones religiosas.

Yo había vivido este ambiente desde siempre y me parecía todo tan normal que me causó gran desazón oír un día a mis espaldas, creo recordar que fue en el coro de la iglesia de Vegarienza, que alguien del pueblo decía con tono que me pareció despectivo que mi abuelo era un meapilas. Me trastocó el comentario porque yo entendía que mi abuelo empleara algo de su tiempo, que otros gastaban en la cantina, acorde a sus creencias.

No obstante, el comentario hizo que me preguntara algunas veces si era mucha o poca la preocupación de mi abuelo por lo que pasaría a su muerte. Yo sabía que en su familia hubo quien se dedicó profesionalmente a los negocios del alma pues conocí a su hermano Federico, fraile digamos que normal y poco dado a perseguir a los espíritus tibios (ver El tío fraile), y un tío suyo fue cura en Sosas del Cumbral. Nada extraordinario que me justificara su religiosidad, por lo que persistía la duda de si mi abuelo exageraba con sus rezos.

Recientemente ha caído en mis manos un documento que puede consultarse en el Archivo Diocesano de León (2). Trata de la fundación por un antepasado de mi abuelo de la Capellanía de San Pedro Apóstol del pueblo de Bercianos del Real Camino, en pleno Páramo leonés, con la finalidad de que “cada año, perpetuamente, para siempre jamás” hubiera alguien que rezara por la salvación de su alma. Que en su familia hubiera hacía más de 200 años alguien con esta obsesión por la salvación eterna, quizá diera alguna pista del por qué del acendrado espíritu religioso de mi abuelo.

Está documentado (3) que su antepasado Lucas de la Calzada, era allá por 1735 cura del pueblo de Bercianos del Real Camino, fecha en la que

El escultor Pedro de Valladolid firma con el cura de la Iglesia De San Pedro de Bercianos del Páramo, don Lucas de la Calzada, y con Bernabé García, mayordomo, escritura para realizar el retablo, por 7.000 rs. Consta de: banco, cuerpo único, ático semicircular y tres calles, predominando el relieve escultórico. Por falta de medios económicos, nunca llegó a dorarse”.

Preocupado por la salvación de su alma, en 1748 fundó una capellanía con la advocación de San Pedro Apóstol y la finalidad de que “cada año, perpetuamente, para siempre jamás”, en las fechas señaladas de San Pedro Apóstol, Jueves Santo y Navidad se dijeran misas cantadas en el altar de San Pedro Apóstol, determinando que

por la limosna de estas, señalo cinco reales cada una … con obligación de cantar un responso sobre la sepultura presbiteral acabada cada una de las misas por su alma, la de sus padres, obligaciones y las del purgatorio“.

Seguramente el cura Lucas, conocedor de los intríngulis de la Eternidad, pensaba a menudo estar en el mismo trance que la criatura que pintó Mateo Cerezo, ser juzgado por el Sumo Hacedor y en ese momento quería estar respaldado por una eternidad de rezos que permitieran la intercesión de la Virgen y otros santos mediadores.

Para asegurarse de que su voluntad se cumplía, dota a la fundación con 16.870 reales en

viñas, suertes, tierras, trigales, centenales, ferreñales y vasijas”.

No solo se preocupa de la viabilidad económica del encargo sino de que el asunto quede en buenas manos, para lo que nombra como primer capellán que le rezara a gente de su confianza:

el Lzdo. Dn. Lucas de la Calzada mi sobrino carnal

y para asegurarse que siempre haya un capellán que diga la misa y los responsos, nombra y da autoridad sobre todo el proceso también a personas de su confianza:

como patrono único y presentero ….. a mi hermano Manuel de la Calzada quien es al presente vecino del lugar de Posada…… y por muerte de mí dicho hermano es mi voluntad suceda su hijo Felipe de la Calzada y después su hijo mayor, prefiriendo al varón a la hembra en dicha presentación y así los demás sucesores por la línea de los Calzadas y extinguida esta línea suceda por la línea de los Garcías descendientes de Santos García y Maria Rubio mis abuelos vecinos del lugar de Fasgar, y extinguida esta suceda ……”.

Tan exhaustiva es la descripción de quien será el presentero (4) que debe nombrar capellán cuando la sede quede vacante, que creo refleja la extrema preocupación por su salvación. No vaya a ser que el cura Lucas de la Calzada, por algún que otro pecadillo, esté confinado en el Purgatorio y por falta de misas y responsos se quede allí por los siglos de los siglos.

Tal era su preocupación, que no se fía de que las extirpes de la Calzada y García duren por siempre jamás y extiende la capacidad de ser presentero a todos los curas de Posada:

y extinguida esta suceda dicha presentación única en el cura o Vicario interino que fuere de la parroquia de San Pedro, de dicho lugar de Posada

Y para más asegurarse los rezos por su alma, afloja la exigencia de que los capellanes sean de la familia de la Calzada hasta el cuarto grado y le vale cualquier propincuo (5) e incluso podrá serlo el estudiante más pobre de todos los pueblos del Valle Gordo,

y que dicho patrono, o sus sucesores tengan obligación de apresentar en el pariente mas propincuo, dentro del cuarto grado y este pasado, de las dichas líneas, el patrono, pueda apresentar al pariente que le pareciere, sin excepción alguna y sino hubiera pariente, dicho patrono y sucesores puedan presentar, en quien quisieren y que dicho cura o Vicario deban de apresentar en el estudiante mas pobre de los lugares que hay de Barrio a Fasgar, siendo hijo de vecino de dicho lugar.

El cura Lucas no daba puntada sin hilo y para que la economía de la capellanía, de la que es responsable cada capellán nombrado, fuera sólida y alcanzara el “por siempre jamás”, establece que

dicho Capellán nombrado como los que le sucedieren tengan obligación siempre y todos los años a tener la hacienda bien labrada, de las labores necesarias y cercas de huertas, de manera que vaya en aumento y no venga en disminución y si el Capellán no lo hiciere el Patrono ….

Como se refleja en el documento del Archivo Diocesano, fueron patronos presenteros desde su hermano Manuel de la Calzada y sus descendientes hasta, al menos, Julián de la Calzada. Es decir, durante no menos de cinco generaciones en la familia de la Calzada siempre hubo alguien obligado a estar pendiente de la salvación del alma del cura Lucas de la Calzada. De que siempre hubiera un capellán que en los días señalados le cantara misa y rezara el correspondiente responso.

Qué enorme responsabilidad la de los sucesivos patronos-presenteros al sentirse imprescindibles en el devenir del alma de su pariente muerto. Me imagino la angustia de aquel presentero que dudara de si habría nombrado un capellán descreído o poco cumplidor de sus obligaciones para con el alma del cura Lucas de la Calzada y, por tanto, sentirse culpable de que no llegara suficientemente rezado al día del Juicio Final. O que pensara que estaba más pendiente de sus propios asuntos en Posada y no haber sido suficientemente diligente en vigilar que los capellanes nombrados mantuvieran y acrecentaran las posesiones de la capellanía, de cuyas rentas salían los dineros para el pago de tanto rezo. Pues ya se sabe que sin reales no hay responso.

Muchos años con la obligación de ser responsables de la salvación de alma ajena. Demasiado tiempo pensando en lo importante que era el rezo para que Lucas de la Calzada se asegurase la otra vida, que era imposible permanecer impertérrito y no aplicarse el cuento al alma propia. Más aun estando, como era el caso, inmersos durante siglos en una cultura religiosa que promovía el sacrificio y la oración como vía para salvar la propia alma. Seguramente mi abuelo vivió esta preocupación familiar por la salvación de los muertos y quizá contribuyó a forjar su sentido religioso de la vida.

Meapilas: “persona que muestra una devoción religiosa exagerada o hipócrita, santurrón”. Pues no, ni hablar. Creo que es un término mal aplicado a mi abuelo que era un hombre de convicciones. Se podrá discutir si hay un Más Allá o no, si sirve de algo rezar. Pero al que lo hace por convicción y no emplea medio segundo en imponer sus ideas y hábitos religiosos a los demás, respeto. Mi abuelo segaba con guadaño y preparaba las tierras con arado romano, como lo habían hecho sus antepasados desde siglos. También rezaba y creía en lo mismo que ellos, sin alardear y convencido que eso era obrar con rectitud, porque él era un hombre recto, un hombre bueno y honesto. Dejemos rezar a quien lo necesita para dar sentido a su vida.

Y volviendo a Lucas de la Calzada, no sé quién le habrá rezado estos últimos años, porque nunca oí en casa de mis abuelos que su primogénito, el tío Aecio, fuera el presentero con mando en la capellanía de San Pedro Apóstol. No sé si la estrategia de salvación del cura Lucas, que tanto se esforzó en dejar tan bien atada, habrá superado las vicisitudes de la historia. A mí, que soy el nieto mayor pero ya un de la Calzada de segundo apellido, nadie me planteó ser presentero. Si fuiste un gran pecador, Lucas de la Calzada, me temo lo peor. Salvo que ya estés en el Cielo, a cubierto de misas no cantadas y responsos no rezados. Amén.

El documento fundacional se puede ver en Capellanía de Bercianos del Real Camino.

Fuentes consultadas
(1) “..el Salvador como Juez, en el momento de tomar una decisión, y la Virgen, que ha intercedido ante su Hijo por el mortal…el alma juzgada, encarnada por un joven semidesnudo arrodillado que mira hacia arriba de forma suplicante…”, (MUSEO DEL PRADO 200 AÑOS).
(2) EL PÁRAMO LEONÉS. Síntesis geográfico-histórico-costumbrista de sus pueblos, de Francisco Rodríguez Juan. Página 206.
(3) El documento fundacional de la capellanía se halla en el Archivo Diocesano Leonés en la sección Fondo Beneficial, pueblo Bercianos del Real Camino, Capellanía de San Pedro.
(4) Presentero: presentador para prebenda de los privilegios, beneficios o derechos eclesiásticos, muy común en el sentido religioso más en todo para las dignidades como el obispo o presbítero (definiciona.com).
(5) Propincuo: allegado, cercano, próximo (RAE)

Agradecimientos: A María Inés López de la Calzada que puso al autor sobre la pista de la capellanía y le facilitó la transcripción del documento fundacional.

(Seguramente, las cosas sucedieron casi tal como las recuerdo. De las sensaciones no tengo duda.)

Imagen tomada de 4.bp.blogspot.com

EGªCalzada
Autor: Emilio García de la Calzada

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